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Colegas de distintas organizaciones de la región nos respondieron esta pregunta durante el Foro de Gobernanza de Internet de América Latina y el Caribe (LACIGF), realizado en noviembre en Santiago de Chile.
A principios de noviembre, nuestra Directora General Mailén García, participó en Chile del Foro de Gobernanza de Internet de América Latina y el Caribe (LACIGF), un espacio de encuentro regional en el que actores de gobiernos, el sector privado, la comunidad técnica, la academia y organizaciones de la sociedad civil presentan y discuten sus perspectivas en relación a los desafíos actuales de la gobernanza de Internet.
Este año, una de las discusiones más sensibles e importantes ha sido sobre la ciberseguridad ¿Por qué? Porque les activistas de derechos humanos de nuestra región son cada vez más perseguidos por gobiernos y los grupos de extrema derecha.
Durante el encuentro, estuvimos charlando junto a un grupo de colegas sobre el tema y surgieron reflexiones muy valiosas con las que queremos abrir la discusión.
Gonzalo Montano, forma parte de Amate El Salvador, una organización no gubernamental que trabaja por los derechos humanos de la población LGBTI. Ante la pregunta de por qué la seguridad digital debe ser transfeminista, Gonzalo sostiene que “primeramente, porque en el caso de El Salvador los cuerpos trans son justamente los que están al frente de la lucha del movimiento LGBTI”.
También agrega que “son los cuerpos más hostigados, acosados en el medio digital a través de toda esta campaña en contra de la ideología de género por grupos ultraconservadores de derecha. Entonces creo que justamente la seguridad digital debería ser transfeminista porque todo esto se marca sobre los cuerpos de las identidades trans y de las disidencias sexogenéricas. Y pues, esto también se ve justamente en las vulneraciones y profundización de las desigualdades de género y también por orientación sexual”.
Desde Bolivia, Luan Méndez de la Fundación Internet Bolivia, señala: “Creemos que la seguridad digital tiene que ser transfeminista porque este enfoque pone al centro las necesidades de la población diversa en género, diversa sexo-genérica, y eso es súper importante porque los enfoques tecnológicos o de sistemas informáticos suelen poner a las máquinas y a los datos al centro y no la experiencia de estas poblaciones en el ámbito digital”.
En ese sentido, Luan afirma que “la seguridad digital transfeminista se vuelve una herramienta súper importante porque pone en el centro cuál es la experiencia diversa, dependiendo de cómo te identifiques, del lugar geográfico donde vives, de la edad que tienes, y qué herramientas vas a utilizar para protegerte y ejercer tus derechos en este espacio”.
Luana María, de la organización brasileña Pajubá Tech, subraya que “la vulnerabilidad a ataques dirigidos convierte la seguridad cibernética en una cuestión de derechos humanos especialmente urgente para la población trans y feminista. Las personas trans frecuentemente enfrentan acoso en línea, persecuciones y ataques de doxing (exposición de información personal), lo que aumenta los riesgos de violencia y discriminación fuera del espacio digital”.
Para la activista, estos ataques “no solo amenazan la seguridad y el bienestar de las personas, sino también su libertad de expresión, ya que el miedo a represalias puede silenciarlas y alejarlas de los espacios públicos y digitales. Para mujeres y personas trans que participan en movimientos sociales y feministas, la exposición de datos personales o actividades en línea puede convertirse en un arma utilizada para intimidar y desmovilizar sus acciones, restringiendo el derecho a manifestarse y luchar por la justicia social”, concluye.
Por su parte, Alithu Bazán, coordinador(e) de investigación de la Asociación Civil Hiperderecho de Perú, no duda en afirmar que la ciberseguridad es un asunto transfeminista: “Como personas trans, enfrentamos vulnerabilidades específicas en el entorno digital que reflejan y reproducen las dinámicas de una sociedad conservadora, discriminatoria e insensible hacia las diversidades y disidencias de género. Desde mi perspectiva, la ciberseguridad es un tema complejo que implica significados, oportunidades y desafíos únicos para cada grupo. Por lo tanto, no se trata solo de una cuestión técnica, sino que abarca también dimensiones sociales y económicas, convirtiéndose en un asunto de supervivencia, resiliencia y dignidad”.
Para Alithu, el enfoque transfeminista entiende que “la opresión y la violencia no se limitan al mundo físico, sino que también se extienden al espacio digital, donde la autonomía de las personas puede verse amenazada por algoritmos, políticas de plataformas y falta de protección ante los abusos”.
Es por ello que un enfoque transfeminista de ciberseguridad implica desde el aprendizaje sobre el uso seguro de las tecnologías hasta exigir a los gobiernos políticas que respeten todas las identidades, garantizando la privacidad y el derecho a la información segura. “La ciberseguridad es entonces una herramienta de resistencia, que busca no solo protegernos, sino también construir espacios digitales más justos, donde todas las identidades puedan coexistir y expresarse sin miedo”, afirma Alithu ,y agrega: “No se trata solo de proteger nuestros dispositivos y datos, sino de resistir formas de control y violencia que pueden ser devastadoras, especialmente para quienes ya vivimos en la intersección de múltiples sistemas de opresión. La ciberseguridad transfeminista es, en esencia, una lucha por la justicia social, donde aseguramos que las tecnologías sirvan para sanar y proteger, no para controlar y oprimir”.
Para Juan Orellana de Oxfam, una organización muchos años de trayectoria y presencia global, “la seguridad digital debería ser un asunto transfeminista porque en el trabajo que hacemos de acompañamiento con defensores y defensoras de derechos humanos nos damos cuenta que las mujeres y las poblaciones LGTBI son quienes, además de ser las más vocales en la defensa de derechos humanos, sufren de mayores tipos de agresiones. Y no solo son más agresiones, sino que el tipo de agresiones son más fuertes”.
Estas agresiones ubican a las personas LGBTI + en mayores niveles de riesgo, no solo en su presencia digital sino también en su ámbito físico y allí es cuando cobra importancia el enfoque de seguridad digital integral. “Así le llamamos dentro de la organización”, cuenta Juan: “Es la seguridad física tradicional, la seguridad digital y la seguridad psicoemocional que es necesario por todo el desgaste que te hace estar pensando todo el tiempo en si me están atacando o me están investigando”.
No hay que perder de vista que las personas trans históricamente han estado en situación de vulnerabilidad, y a lo largo de muchas décadas han sido marginalizadas y relegadas socialmente. “Poniendo el caso específico de Ecuador, han puesto la cuerpa en las calles para luchar por la despenalización de la homosexualidad, que en el país era penada hasta el año 98”, cuenta Ricardo Chica Reino de la organización Status Queer de Ecuador.
“Con esta premisa es muy importante saber que las personas trans, al menos en el Ecuador, no están accediendo a puntos de conectividad y tampoco a la profesionalización sobre los servicios que ofrecen”, explica Ricardo, y agrega: “Para hacer énfasis en los servicios sexuales, ellas a través del ocupar la calle han sido objetivo de extorsión y de amenazas por bandas de delincuencia organizada, con el objetivo de cobrarles por el uso de la calle o veredas, donde ocasionalmente se sitúan”.
Ricardo afirma que además de puntos de conectividad para personas trans, se necesita “fomentar la alfabetización digital para que todes puedan acceder y navegar internet de manera segura y profesionalizar sus objetivos laborales. Es importante sensibilizar(nos) sobre la protección de datos personales para proteger nuestra privacidad y no exponernos a riesgos en línea”.
Para el activista, “la seguridad digital es un asunto transfeminista, que tiene que verse desde la equidad, desde la colaboración y también desde el cómo se puede democratizar esta información que ha sido negadaa a personas marginalizadas históricamente y que lamentablemente han sufrido constante atropellos y discriminación por parte del Estado”.
“Desarrollar estrategias de cuidado en línea, de protección y de seguridad desde una perspectiva transfeminista es clave porque justamente son nuestras vidas y nuestras formas de habitar en el espacio digital las que están siendo atacadas”, reflexiona Mailen García, directora general de DataGénero. “Vuelvo de la conferencia mucho más convencida de que la ciberseguridad es un asunto transfeminista y que debemos participar de esa conversación”.
A raíz de estas reflexiones compartidas nos surgen varias interrogantes: ¿Qué mecanismos tenemos cuando estos ataques ocurren? ¿Cómo podemos contrarrestar sus efectos? ¿Cómo podemos protegernos? Sabemos que en muchos casos las estrategias punitivas no son útiles o llegan después de que el daño está hecho, entonces ¿qué otros mecanismos podemos desarrollar? ¿Cuál es el rol de las empresas dueñas de las plataformas? ¿De qué otras formas podemos vincularnos con ellas?
“Está claro que no podemos prevenirlas porque nosotres somos las, les y los sujetos de las agresiones, pero sí podemos llevar adelante algunas acciones para resguardar nuestra privacidad”, afirma Mailén, y agrega: “En ese sentido, recomiendo un documento elaborado por Fundación Karisma, a propósito de los sistemas de vigilancia masiva que ofrece tips de cuidado muy importantes y necesarios”.
Al mismo tiempo que numerosas organizaciones y colectivas de toda la región elaboran manuales y documentos donde se comparten saberes y tips de cuidados digitales surgen acciones colectivas de forma espontánea que buscan poner límites a las agresiones. “Por el pasillo -comparte Mailén- escuché a alguien contar (¡no puedo recordar el nombre de la persona!) que una forma de confundir cuando salen deep fake de mujeres desnudas es reconocer en masa la autoría para ‘molestar”’ a ese varón que quiere agredir y frenar la conversación”.
Aprender a cuidarnos y defendernos en el espacio digital es tan importante como cuidarnos en el espacio físico. En un contexto de ataques cada vez más frecuentes a nuestras identidades y nuestras vidas, tenemos que empezar a hablar de estrategias de defensa colectivas, y a promover el desarrollo de prácticas más seguras en el uso de internet.
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